- Jesús, el Mesías esperado, cumple el designio liberador del Padre
- Trae la salvación, anuncia el Reino de amor
- Seguidores de Jesús
Seguidores de Jesús
Mesías
La liberación que nos trae Jesús;
El anuncio del Reino y
EL
ANUNCIO DEL REINO DE DIOS DE JESÚS
Por:
Gustavo Baena, S.J.
Supuesto
el estudio de las fuentes de los Evangelios y la manera como de esas fuentes ser
sirvieron, valiéndonos de un método comparativo de los mismos Evangelios
(Critica literaria); investigada, además, la historia y origen de cada una de
las unidades que configuran los Evangelios y sus fuentes (Historia de las
formas); estudiado el posible recorrido de las unidades o grupos de unidades de
los evangelios, hasta alcanzar una forma primitiva de las mismas unidades y
conjuntos de unidades aisladas (Historia de las tradiciones); y finalmente por
medio de diversos criterios aplicados a esas tradiciones primitivas, es posible
llegar a un acercamiento a la realidad misma de Jesús, al menos en lo que se
refiere al contenido de su mensaje y a las maneras concretas con las cuales lo anunció
(Crítica histórica). Esto último es lo que ahora pretendemos.
1.
¿QUE ES EL REINO DE DIOS DE JESUS?
"Es
indiscutible que el centro de la predicación de Jesús lo constituía el
reinado de Dios
(basileía tou theou). Jesús habló incesantemente de él
y lo explicó a través de
parábolas. "(J. Gnilka, Jesús de Nazaret, Mensaje e Historia, Barcelona
1993, p. 109) Esta es una afirmación que cuenta con la unanimidad de los
exegetas.
Por
lo tanto, si pretendemos saber, qué era lo que Jesús mismo entendía por
reinado de Dios o soberanía de Dios, es del todo necesario recurrir a sus parábolas.
Pero
¿qué es una parábola? Aquí no nos referimos a una definición genérica válida
para toda la literatura universal, ni siquiera la que se refiere a la literatura
de la época de Jesús, sino muy puntualmente a la parábola tal como la empleó
Jesús y ha sido estudiada por especialistas al respecto, (sobre todo A. Jülicher,
R. Bultmann, J. Jeremías, C.H. Dodd, E. Jüngel, J. Gnilka) y podría ser así:
Es
una similitud o comparación en forma de narración que tomada en su conjunto
describe el acontecer de Dios como Creador del hombre, tal como Jesús lo
experimentaba y del cual solo se tiene una comprensión oscura, por medio de
otro acontecer comúnmente conocido y aceptado por el oyente, a fin de hacer
tomar conciencia más clara del primero y comprometer al oyente a asumir, frente
a él, una postura vital responsable como criatura. Por eso las Parábolas no
son otra cosa que la autocomprensión
que Jesús hace del acontecer de Dios o soberanía de Dios en él mismo.
Da
claridad a esta definición lo que J. Gnilka anota: "En ninguna parta del
evangelio hallamos una explicación de lo que es el Reino de Dios. Jesús
renunció a definirlo o explicarlo teóricamente. Podemos afirmar que él daba
por supuesto que sus oyentes sabían lo que quería decir(aunque solo en parte)
con lo del Reino de Dios."
(o.c.p. 178)
A.
Una primera aproximación a la comprensión
del
Reino de Dios anunciado por Jesús
En
la parábola del grano de mostaza
(Mc 4,30‑32), la parábola fundamental y que señala ya un criterio
de escala de valores del pensar de Jesús, el Reino de Dios es como un
"grano". Ahora bien, el grano y la semilla es entendida en la
explicación alegorizante de la parábola, como palabra de Dios,
(Mc 4,14) sin embargo, esta explicación, ni es propia del género parabólico,
ni pertenece a la parábola, tal como debió ser dicha por Jesús, sino
que procede del empleo que de ella hizo la Iglesia apostólica; lo que deja
entender que aquí palabra de Dios es sencillamente el Evangelio y no, sin más,
el Reino de Dios anunciado por Jesús.(P.
Benoit et M‑E. Boismard, Synopse des quatre Evangiles en Français,
Tome II, Paris. 1972, p. 188)
No
obstante existen serias razones, para presumir que Jesús, cuando hablaba de
semilla como imagen para describir el Reino de Dios, lo entendía como Palabra
de Dios.
Ahora
nos resta por comprender qué entendían por palabra de Dios Jesús y sus
oyentes.
El
concepto de palabra de Dios era ampliamente conocido no solo en el A.T. y
concretamente entre los judíos contemporáneos de Jesús. En efecto, era
regular en la sinagoga, al lado de la Torah,
la lectura de los Profetas, pero muy en particular el Segundo Isaías
(40‑55). Inclusive, era costumbre hacer una comentario u homilía sobe el
mismo, como se percibe en Lc. 4,16‑22
(C. Perrot, Lc 4,16‑30 et la lecture bíblique
de l'ancienne
Synagogue, Rev. des Sc. rel. 47(1973)326).
Es también un gran indicativo la preponderancia del Segundo Isaías en
el Nuevo Testamento(P.E.
Bonnard, Le Second Isaie, son Disciple et les Editeurs, Isaie
40‑66, Paris, 1972, p.80s) y en la Literatura de Qumram,
tal como se refleja en el índice de citas Del A.T. de tales documentos.(J.
Carmignac,
E. Cothenet et H. Lignée,
Les Textes de Qumram
II, Paris 1963, p. 351s)
Ahora
bien, en el Segundo Isaías es bien central una comprensión teológica
de la doctrina sobre la palabra de Dios, entendida como acción creadora
de Dios o Dios Creador. (G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento, II, Salamanca
1972, p. 305s) Más aún, esta palabra de Dios aparece expresamente en contextos
de sembrador y semilla: "Como desciende la lluvia y la nieve de los cielos
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar,
para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, que
salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que
me plugo y haya cumplido aquello a que la envié."(Is
55,10s)
Por
eso, entonces, es obvio concluir: El Reino de Dios que Jesús anuncia, como idéntico
a palabra de Dios, es la soberanía de Dios en la creatura, soberanía que
depende solo de la acogida o actitud abierta ante esta oferta de entera
gratuidad.
Del
estudio de las parábolas se desprende, que justamente éste era el discurso
preferido de Jesús para hablar de Dios Creador, su Padre y que la imagen que él
tiene de Dios no es un concepto abstracto sobre Dios, sino el acontecer mismo de
Dios que él siente en su experiencia inmediata y lo pasa, como lo siente, esto
es, como acontecer actuante de Dios Creador en él, a la imagen parabólica
ya como lenguaje hablado.
Al
respecto J. Gnilka dice:
"El mensaje acerca del amor de Dios, que transforma el ser, ese
mensaje que las parábolas nos ofrecen, no podrá plenamente entenderse, hacerse
eficaz y convencer sino en el contexto de la vida de Jesús, donde él realizó
ese amor. Si aconteció alguna vez el Reino de Dios, entonces él fue
quien lo hizo acontecer." (o.c.
p. 121)
Por
eso cuando se pregunta por el sentido de una parábola de Jesús, no es
suficiente averiguar qué significa la parábola a partir de una análisis
literario sobre la misma, sino que lo más conducente será preguntar, y en
primer lugar, qué quiso el mismo Jesús al expresarse con esa parábola, o en
otros términos, qué características del acontecer de Dios en él, está
mostrando Jesús con esta o aquella parábola.
Todo
esto significa que las parábolas de Jesús no se pueden separar del acontecer
de Dios en él tal y como él mismo lo experimenta en su inmediatez con Dios. En
las parábolas de Jesús, él mismo se dice como lenguaje. Por eso la real
imagen parabólica
del acontecer de Dios es el mimo Jesús; o en otros términos, la
humanidad de Jesús es la parábola de Dios aconteciendo en este mundo histórico
B.
Una segunda aproximación a la comprensión del Reino de Dios anunciado por Jesús
El
contexto en que Jesús hace su anuncio está dominado por la espera escatológica
del Reino de Dios en el judaísmo tardío, (C. H. Dodd, Las Parábolas
del Reino, Madrid, 1974, p.43s)
pero la concepción de Reino de Dios no era ni uniforme ni unívoca,
se diversificaba según diferentes corrientes dentro del mismo judaísmo.
Quizás se podría pensar si Jesús al anunciar un Reino de Dios debió haber
acogido alguna de esas concepciones de Reino de Dios; sin embargo, la
diferenciación de las concepciones del Reino de Dios obedecían, sin duda, o
las distintas concepciones de Dios como Creador o las distintas maneras de
entender la salvación que se esperaba.
De
aquí se desprende que la manera como Jesús concibe el Reino de Dios era
original, esto por dos razones: La primera, porque como vimos, el concepto que
Jesús tiene de Dios su Padre depende de su singular inmediatez con él y de
ninguna otra fuente ni tradición, como lo hacen notar algunos exegetas; la
segunda, y supuesta la anterior, porque la soberanía de Dios ‑ Reino de
Dios ‑ que Jesús anuncia no puede ser otra que la que él mismo
experimenta.
En
consecuencia, la misión que Jesús tiene de anunciar el Reino de Dios, tiene su
origen imperativo en la experiencia de Dios su Padre y su contenido está también
determinado por esa misma experiencia; de allí, entonces, que el anuncio del
Reino de Dios de Jesús, sea precisamente la revelación de Dios mismo en una
existencia humana, terrena y responsable de Dios Creador con todos los seres
humanos.
Aunque
esta concepción de Reino de Dios de Jesús fuera original, sin embargo, esta
era la manera como él respondía a las expectativas escatológicas
del momento en el judaísmo.
Esta
aproximación
presupone la postura de la anterior, esto es, de la concepción original
de Dios de Jesús depende la concepción también original del Reino de Dios que
él anuncia.
Muchas
veces se presupone como algo ya sabido, una concepción de Dios, sin embargo, el
contenido conceptual del término "Dios" no es unívoco; de allí la
necesidad, al menos, de una aproximación a la concepción que Jesús tenía de
Dios su Padre. Pero esta concepción adquiere un relieve más definitivo cuando
se compara el procedimiento racional como los griegos y el mundo occidental
acceden al conocimiento de Dios y la manera como se hace posible el conocimiento
de Dios a partir de la revelación de Dios en Jesús.
1)
El problema de la conocibilidad de Dios en los griegos
El
hombre no es Dios, pero tan emparentado con él, como para poder aprehenderlo;
está más allá del ser humano, pero no más allá de su pensamiento.
Tampoco
el mundo es Dios, pero sí es la ley del mundo que lo configura, algo así como
el alma configura el cuerpo. De allí que Dios el y mundo formen una unidad
aprehensible por el pensamiento, Precisamente en la idea de Dios es donde el
sentido del mundo se torna claro. Por ello a Dios se debe que el mundo no sea un
mundo amorfo sino un cosmos, es decir; un todo bien ordenado, regido por unas
leyes. De allí que Dios sea considerado como parte del mundo.
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